Cueva de Ambrosio: un misterio aun indescifrable.

Para quienes no conocen el territorio de Varadero y su historia, es difícil sospechar que además de una maravillosa playa, la Península reserva otras sorpresas para los amantes de la naturaleza y la arqueología.
Si encaminamos nuestro recorrido hacia el final de la Playa Azul, encontraremos que a unos 15 kilómetros del puente Carlos M. de Rojas y a 8,50 metros sobre el nivel del mar se erige, sobre un farallón, la singular cueva de Ambrosio.
Con 250 metros de longitud y cinco galerías comunicadas entre sí, la gruta constituye una famosa oquedad del entorno debido a que cuenta con una de las colecciones pictográficas más importantes del arte rupestre cubano.
Según estudios históricos sobre los hallazgos, se cree que estos aborígenes estén asociados a comunidades neolíticas, mesolíticas o a ambas, sin embargo aun es un misterio.

La presencia de dibujos con un estilo tan complejo, asociado a un ajuar mesolítico temprano y medio, ha creado serios problemas de interpretación por parte de los autores quienes han abordado el tema, pues no existe una correspondencia entre el grado de desarrollo que evidencian los objetos y la complejidad de las pictografías.
El origen de los primeros pobladores es todavía una incógnita. Lo cierto es que estos habitantes emigraron hacia nuestra Isla. El reconocido geógrafo cubano doctor Antonio Núñez Jiménez expuso en sus investigaciones las semejanzas que existen entre las pictografías halladas en la gruta y en la zona caribeña de Curazao, Araba y Donaire.
El arte pictográfico de la Península

El arte parietal de la Cueva de Ambrosio, resulta uno de los temas más difíciles y controvertidos en las investigaciones arqueológicas. La probable filiación cultural no constituye el único misterio para los estudiosos, los diseños y sus motivos encierra otra de las grandes problemáticas. Pudiera creerse que están asociados a sus actividades cotidianas como la caza o la pesca, entre otras, sin embargo no existe justificación para ello.
En algunos lugares también aparecen dibujos superpuestos sobre las manifestaciones indígenas y por su factura algunos creen que la gruta fue utilizada también para ceremonias religiosas de los esclavos negros.
Según un estudio realizado en la década del 80 acerca de la localidad, se ha definido el estilo de estas representaciones como geométricas, abstractas y de composición proporcional. La recurrente presencia de círculos concéntricos le otorga armonía y ritmo, característicos de pictogramas con un acabado estético.
Con el descubrimiento de la Cueva de Ambrosio se reportaron por primera vez estos círculos en el territorio insular de Cuba, los cuales eran ya conocidos por los arqueólogos en Punta del Este y localidades del municipio especial Isla de la Juventud.
 
Otra de las maravillas que reserva este sitio histórico es el Salón de las Claraboyas, llamado así por las diez aberturas en el techo por las cuales penetran los rayos de sol y forman sorprendentes juegos de luces en el suelo. Sombras tornasoladas parecen danzar ante el visitante, el cual puede disfrutar de una extraña visión en medio de una total oscuridad.
Todo parece indicar que se trata de un tesoro natural lleno de misterios sin explicación. Una maravilla que sirvió a nuestros aborígenes de refugio, extintos por el yugo de la colonización española y a los negros cimarrones, evidencia que el balneario constituye una verdadera joya de nuestra historia y presente.

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