Con amor todo florece

Damary Fundora y su esposo, Juan Alberto González, cultivan orquídeas desde hace más de 10 años en el traspatio de su hogar, conocido como Casa Verde, donde abunda una gran variedad de especies en diferentes tamaños y colores.

Más de 400 especies conviven en este frondoso espacio del poblado matancero de Cidra donde, más que amor, parece brotar magia. 


Las orquídeas son plantas que necesitan luz pero poco sol. Requieren de cuidados especiales durante su crecimiento, el cual se caracteriza por ser lento. Todo depende del empeño de sus cultivadores, las condiciones adecuadas y, según cuenta Damary, hasta un poco de conversación con ellas.


Algunas cohibidas, otras más frondosas y atrevidas, muestran una belleza singular que cautivan la atención de cualquier visitante. Sus retoños florales les otorgan personalidad y algunas de ellas parecen cobrar vida.


Cada ejemplar de este patio cuenta con una ficha técnica con el género y familia al cual pertenecen. La especial atención que han puesto sus dueños le ameritaron el reconocimiento del Orquidiario Nacional de Cuba como uno de los mayores productores del país.


La diversidad de plantas trepadoras y terrestres en Casa Verde, se debe, entre otras razones, al efectivo sistema de reproducción que aplican los dueños a partir del sustrato de zeolita y otros componentes, así como el intercambio con instituciones y aficionados a este arte.


Cuando de amor se trata resulta inevitable descartar a la naturaleza, creadora de tal exotismo que asombra y regala a sus cultivadores, con cada retoño, una nueva alegría. 








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