Los primeros habitantes de la Península

Varadero, hoy lugar de visita de millones de turistas nacionales y extranjeros, fue hace más de cinco siglos un balneario virgen poblado por aborígenes, según hallazgos encontrados en las cuevas de Ambrosio y la de los Musulmanes.


Restos que actualmente se encuentran en el museo de la localidad, así como numerosas pictografías aun indescifradas, evidencian la existencia de vida humana.
Investigaciones del doctor Ercilio Vento Canosa demuestran que uno de los esqueletos hallados perteneció a un hombre entre 25 y 35 años, quien murió de anemia y sífilis, enfermedades traídas a la Isla antillana por los blancos del Viejo Continente.
Según estudios, la osamenta expuesta corresponde a un sitio funerario que existió entre los 500 años ANE y los 500 primeros posteriores a nuestra era. Sebastián de Ocampo fue el primer europeo en descubrir la Península, durante un viaje de exploración en 1508.
Luego, con el asentamiento de los conquistadores españoles, los indígenas desaparecieron debido a los duros trabajos a los que fueron sometidos, como también sucedió en el resto del país.
En poco tiempo los colonizadores desmontaron los bosques y el territorio se destinó a la extracción de sal para abastecer a una gran parte de la flota española a partir de inicios del siglo XVI.
Hoy, la cueva de Ambrosio es una de las principales atracciones tanto para turistas como cubanos. Constituyó de hecho refugio para los aborígenes y también de escondrijo para piratas, esclavos fugitivos o cimarrones, y su valor histórico enlaza el pasado con el presente, testigo del transcurrir del tiempo en esta privilegiada Península.

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